Luna morbida

Luna morbida

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Comezón

La silla que da a la ventana
conserva una silueta y un grito
que se escucha lejos de cualquier sombra;

creí que ahí estuve yo...
pero me confunde la rotación del viento
y me condena a caminar de espaldas
con una sonrisa aletargada
en el rostro apenas reconocible.

Del otro lado del cristal,
un niño juega en el triciclo,
mi niño se divierte con su tierna edad
de sabanas suaves y gestos.

De vez en cuando miro la silla
la que da a la ventana en la que hay una sombra
que parece un cuerpo huesudo,
un ente irreal que parece gritar de hambre.

Miro el cielo y mi pensamiento
gira en la ruleta del revolver que dispara mi mirada:
un rostro hermoso que me sonríe mientras sueño
y con el vaho de sus silenciosos labios
enjuga mis lágrimas
como las almas que consumen las plegarias.

Cada mañana recuerdo a aquel hombre
que se sentaba a mirar el cielo en la ventana
y cantaba un verso de amor
y le sonreía a su reflejo.

Me gusta ver mirar los misteriosos actos de la gente
con sus medias lunas en las caras
presumiendo sus espumosas sonrisas
de rabia hipócrita, y también las arrugas de sus manos.

Sería fantástico persistir en hacer lo que amamos
a pesar de que sea lo que nos está matando;
es como la comezón que causa placer con rascarse
pero de tanto hacerlo la piel se abre,
no se puede hacer lo mismo con el corazón.


 © Ulises Casal



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