(Algo se quema por dentro,
huele a sentimiento, azufre y nada)
Confieso que no soy fuerte,
que a veces me detesto, que tengo temores
y sin embargo soy valiente,
confieso que ahora soy carne quemada,
que ahora soy un indulgente
que mi cuerpo es un hospital,
y que mis manos enferman de extrañar
y que mis ojos son seres ahogados en si mismos;
en mi monstruosidad,
y que mi boca muere de sed
y que mi espalda sufre de caricias.
Hay en terapia intensiva un alma desconsolada,
un alma atropellada por mi cobardía,
un alma desconsolada que nadie va a visitar.
Mi cuerpo es una cárcel de agonía
porque tal vez muera de dramático.
Los resultados de los rayos X
me dicen que me falta una Luna,
que me falta su luz,
que me falta gran parte de mí,
que tal vez mañana aparezca
y me dé un propósito que cure este cáncer con mi nombre.
Necesito un trasplante de alma
un alma que sienta y no lastime,
con la temperatura media y sangre tipo hombre,
un alma que no sea imbécil
que mantenga cálido al corazón.
Se me esta acabando el tiempo,
¿dónde está la cura?
¿que voy a hacer sin mí?
¿dónde está el cadáver?
Que me maten...
que la muerte cerebral me acompañe
como ángel de la guarda,
solo quiero hacer salir del coma
a este corazón que siento que me estalla.
© Ulises Casal
No hay comentarios:
Publicar un comentario