Hoy amanecimos juntos.
Reventé el amanecer por mirar tus ojos,
caminé con el silencio que moja mis pasos,
me fui al viento para ser tu respiro
y así dentro de ti tocarte el alma,
ver las constelaciones de tus lunares
rodeando tu alba,
la médula de los crepúsculos fálicos,
y el suelo que te ve venir caminar,
y el cielo que te mira de frente,
con los ojos más volubles que un incendio.
Soy tuyo,
cada minuto, cada movimiento, cada vez.
Como el alquimista que soy en tu memoria,
como el anhelo de lo inalcanzable que camina con nosotros:
soy de nosotros;
del deshielo de los cuerpos,
de las verdades desangradas en los gestos,
de esa simetría de los pensamientos
que nos tienen sujetos a sentirnos dentro.
Jamás le quites pétalos a los ojos que me florecen,
ni una pestaña al tallo, ni un solo menguante ni creciente.
Nuestros labios son cirujanos del alma,
cada vez que se tocan se disuelven,
es la fiesta de las Lunas, el ritual de los sabores y deseos,
ya hemos escrito el evangelio de los besos con nuestras bocas,
hemos hecho el amor como desquiciados,
tan extraordinariamente sobrehumanos
como el fénix que vuelve a nacer siempre de los dos.
Te amo como un loco, con toda la razón del universo.
© Ulises Casal
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