Hay noches que se guardan para nosotros,
en alguno de tus pliegues o en mis manos sobre ellos,
o atravesando el cielo
donde se mueven tus lunares por todo mi cuerpo,
tu cielo que es la piel donde me estremezco;
ya sea en tu pecho donde me recargo a ver tus estrellas
o la cara de la Luna que me muestras cuando te veo.
Muevo el aire a la conveniencia de nuestros besos,
obras de arte que se hacen con los labios
para no perder la esperanza de nuestro mundo.
Quiero ivernar entre tus piernas
(sentir tu suave y majestuosa desnudez,
como la lírica más precisa
que pueda pronunciar un verso
que no sale de nuestros ojos
mientras nos quedamos quietos)
el sabor que han fabricado mis colmenas,
la miel que se desprende de ti para sudarme,
el néctar de tu ser,
el sudor extraviado de nuestros sentidos desorbitados.
Amo que me pierdas en tu cabello
y que en el paso de mis sensaciones
me tope con los hermosos pensamientos
que tatúas con tu voz en el crepúsculo de nuestros gestos.
¿Me devoras?
Justo ahora llévame a ti para bientocarme,
a saborearme luces que salen de nosotros
como una misma luz,
que no se guarda para los amaneceres o los secretos;
llévame a algún lugar para desnudarnos
con la boca, con los muslos, con los ojos
y con aquella poesía que se me antoja comer a besos
o a palabras que ahora lees,
o a sentimientos que ahora vibran,
palpitando como el magnetismo de los fuegos imantados;
los incendios que nos consumen en caricias,
en momentos donde no nos importa quemar todo el mundo.
Amo los sentimientos que nos rodean...
¡Te amo a pesar de todo!
¡Amo lo nuestro!
¡Te amo!
© Ulises Casal
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