(A un pedazo de mi cuerpo que descansa en paz)
No volveré al lugar de las heridas,
las que erizan los arrebolados bellos de mis brazos,
ni al de las angustiosas fantasías
que se escandalizan con el relojito de papel.
Agotaré mi amor en un cuarto oscuro
donde no encuentre un camino duro o
donde sólo haya una pluma con que charlar:
tal vez de versos y su precocidad,
tal vez de mí o de ti, o de lo que ya no hay.
No volveré a tocar tu pelo,
ni a velar tu sueño con recelo.
No volveré a sentir tu risa
tan suave y fría como la brisa.
Ya no me molestaré en buscar remedios,
los dejaré en el suelo para no regarlos más.
Tal vez un día escriba sobre el agua que los riegue
y florezcan soluciones que ya no necesitaré.
Ya no quiero ese árbol de tentaciones,
parcas, groseras y sin hojas de cal,
ya no volveré a merecer pasiones
que no pueda controlar.
Juro no volver a mencionar tu nombre,
con mis labios disueltos en cobre,
ni a recordar tus besos delirantes
con los que hice eternos los instantes.
Ya no volveré a arrepentirme de nada
(como ahora empiezo a hacerlo
al tu nombre no querer pronunciar).
Ya no recordaré aquellos besos cianurosos
que tal vez mañana empiece a extrañar,
como se extrañan los reversos y las pausas,
como el miedo extraña al temeroso.
Tal vez mañana no sea tarde,
tal vez algún nunca será posible,
para poder dejarte pasar como si nada,
o como si algo, o como si todo.
Ya no enjugaré ni una lágrima,
provocada por tu cansada lástima,
ni derramaré mi tacto agotado,
pues el tuyo yace en el piso más cansado.
Ya no me tomaré el tiempo,
lo cambiaré por un whisky o un ron,
no llegaré antes que tú para verte llegar,
removiéndote por el viento o la gravedad
o ellos removiéndose por ti.
Ya no te veré cuando te marches,
ni me lanzarás a quemarropa una mirada.
Ya no me verás como lo hacíamos,
para suerte de nuestro pequeño mundo cabal
o la mala fortuna de los demás.
Ya no sufriré mentira alguna,
mas tampoco miraré otra vez la Luna.
ya no me queda ni un suspiro
ni miradas turbias, solo el destino.
Ya no volveré a sentir dolor,
no volverá a dolerme el amor,
no volveré a sentir tanto placer,
cierto, extrañaré ser feliz,
porque después de morir,
ya no se vuelve a nacer.
© Ulises Casal
No hay comentarios:
Publicar un comentario