Luna morbida

Luna morbida

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cuarto creciente

La muerte del segundo cigarrillo
revela un brillo tenebroso en la mirada,
parece que no hay nada en donde se sonroja la pupila
se lleva la saliva, la colilla del tabaco
el sabor es un recuerdo opaco.

El horrible sabor del paladar
detecta en su radar de cruel melancolía,
una bella melodía que calca en su cabeza un acertijo,
ahora recuerda lo que dijo en el alma de un verso
cuando desnudo el universo intentando no mojar la cama
donde se desnuda una dama con los ojos cerrados.

El insomnio delibera la caída del espejo
donde el mar se hace viejo y el corazón desvaría
con la noche se va el día, pero se abre la piel del cielo
y sonroja un cruel desvelo que de soledad cobija
la sonrisa de una hija o el recuerdo de un abuelo,
ella mira con recelo el cantar de su amante
que viste de diamante su pupila al saber
que el momento da placer y no hay ninguna
que mire como la Luna cuando te absorbe el silencio.

Somos cuerpos perennes los viajeros,
del destino pasajeros, que se encienden en un beso
que hace cenizas los huesos y hace volar el alma
sobre el mar en calma que habitan los recuerdos peces
el invierno prevalece y la avidez no alcanza
ni cabe una alabanza que condene despedidas
que nos hacen las heridas que duelen en las noches,
donde somos los reproches que se aferran extrañar
el volvernos a besar hasta que llegue otro día.

Yo te extraño y te espero, con mi cuerpo destendido
como un loco incomprendido que en tu corazón se enreda,
he subido la escalera para poner sobre tu techo
y mostrarte que he hecho, un faro que por tu amor
provoca el resplandor que brilla por mis ojos
y por tus labios rojos de dulce suavidad
te amo y es verdad, que tu también me amas,
el amor a los dos llama, y eso no es otra cosa
que la felicidad primorosa de amarnos más... todavía.

   © Ulises Casal





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