Esconde mi alma en tu cabello.
Recoge mi corazón, guárdalo en tu pecho.
Mira al cielo, bájame de la Luna;
libérame en un suspiro, despídeme en tus palabras;
guárdame en tu respirar, enciérrame en tu sien;
déjame dentro de tus sueños.
Siénteme en tus labios,
bésame en la oscuridad; hablame en silencio;
diviértete con mis recuerdos.
Súfreme en tu imaginación,
súbeme a tu tez y bájame del cielo;
dame el valor de tu anhelo,
el rincón en que no quieres llorar,
el paraíso escondido en tus latidos,
la música que dentro de mí no oyes.
guíame con tus ojos cerrados,
cuando nos hacemos un solo cuerpo,
cuando mi piel se pega a la tuya,
cuando mis besos te toquen.
No hay bonanza en limosnas
que las mías son deseos.
Tócame con solo escucharme,
ilumíname con tu sonrisa,
hazme sentir con una caricia,
con una palabra y una mirada.
Revíveme con un beso
de lo único que dependo
es de escucharte decir "te quiero".
Quiéreme porque duele amar,
duéleme que al quererte te amo.
© Ulises Casal
Luna morbida
![Luna morbida](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg4Kjbe8zwndVxPWQZqbOFrWR6KiPBC9kotFvCmDm-ak7U8-aEJ5Ikh2eVB36uvDo1Agf8lmWUZzA3y21ZhmF7oLmRrWup-glANmrAhIvpM16BGe1jE_99fTGVvRehVrOW-4491HXJHTin/s758/Luna+morbida.png)
sábado, 31 de marzo de 2012
Inmóvil
Inmóvil, con sed de matar, con este aire que raspa,
cuando hay palabras cancerígenas
que carcomen mis oídos y mastican por dentro,
que se expanden por toda la sangre
y te convierten en un homicida fantasioso.
Tengo las manos temblando de ansias;
quieren marcar sus huellas digitales
en alguna garganta que aún me grita en secreto.
Siento mis venas queriendo escapar de mi piel.
Veo mis uñas mordidas y muertas.
Me siento asesino y asesinado,
tengo navajas clavadas en mis pulmones,
casi vacíos o llenos de nada, corrompidos;
cortaditas en los labios, marcas de mis dientes;
ojos rojos, exprimidos, desgastados.
Estoy con hambre de gritar y con sed de sangre,
sangre tibia que imagino muerta,
muerte provocada por el cáncer de las palabras
cuando el aire me raspa y provoca esta sed
que no se calma porque me mantengo inmóvil.
© Ulises Casal
cuando hay palabras cancerígenas
que carcomen mis oídos y mastican por dentro,
que se expanden por toda la sangre
y te convierten en un homicida fantasioso.
Tengo las manos temblando de ansias;
quieren marcar sus huellas digitales
en alguna garganta que aún me grita en secreto.
Siento mis venas queriendo escapar de mi piel.
Veo mis uñas mordidas y muertas.
Me siento asesino y asesinado,
tengo navajas clavadas en mis pulmones,
casi vacíos o llenos de nada, corrompidos;
cortaditas en los labios, marcas de mis dientes;
ojos rojos, exprimidos, desgastados.
Estoy con hambre de gritar y con sed de sangre,
sangre tibia que imagino muerta,
muerte provocada por el cáncer de las palabras
cuando el aire me raspa y provoca esta sed
que no se calma porque me mantengo inmóvil.
© Ulises Casal
viernes, 30 de marzo de 2012
Nostalgia
Únete a tu cuerpo, gacela de papel,
el tiempo del decoro es un pasaje de tu sonrisa
-laberinto de peculiar memoria-.
Confieso que a veces le hablo a tus muertos,
me disfrazo de tus labios y les grito sorbos de vino,
y mi paladar se desangra con tus gritos,
con los versos que salen de mi pluma,
con la saliva de los besos aferrados a la boca.
¿Acaso la sombra se me está despegando?
No sé si el vientre me reclama algo
solo sé que se va desintegrando como las caricias
lentamente en medio de las manadas de amor;
no le hablo a nadie ahora,
estoy tontamente inmaculado,
curado de plegarias y sollozos,
caminando por mi piel con mis dedos,
señalando con la música
la cansada revuelta de los tréboles sin suerte,
del otro lado, me tiro a la basura del almidón
en los bordes de los pecados y las perversiones,
esa gota madura que lubrica tus mejillas con sonrojo
y erecta tus vellos al compás del silencio,
de ese lado aunque me caiga,
aún en el vacío,
estoy completamente complacido.
© Ulises Casal
el tiempo del decoro es un pasaje de tu sonrisa
-laberinto de peculiar memoria-.
Confieso que a veces le hablo a tus muertos,
me disfrazo de tus labios y les grito sorbos de vino,
y mi paladar se desangra con tus gritos,
con los versos que salen de mi pluma,
con la saliva de los besos aferrados a la boca.
¿Acaso la sombra se me está despegando?
No sé si el vientre me reclama algo
solo sé que se va desintegrando como las caricias
lentamente en medio de las manadas de amor;
no le hablo a nadie ahora,
estoy tontamente inmaculado,
curado de plegarias y sollozos,
caminando por mi piel con mis dedos,
señalando con la música
la cansada revuelta de los tréboles sin suerte,
del otro lado, me tiro a la basura del almidón
en los bordes de los pecados y las perversiones,
esa gota madura que lubrica tus mejillas con sonrojo
y erecta tus vellos al compás del silencio,
de ese lado aunque me caiga,
aún en el vacío,
estoy completamente complacido.
© Ulises Casal
Celeste
Como se consume un delito entre sombras menguantes,
me disperso en la llama de mi arena sin salpicar a nadie.
Ya los tuertos se me avientan para mostrarme el filo de su ojo
como municiones de lánguidos y soberbios pensamientos.
Yo no me construyo a solas.
A veces la neblina sorbe mi ánima,
tapiza el cielo con mi vaho y deforma el pensamiento,
y la alfombra me recuerda deliciosos trazos asimétricos.
Así me destrozo la ceja izquierda tratando de robar una mirada
y el silencio se suaviza para dejarme escapar.
Me están respirando todos,
se envenenan de mis pupilas y la furia de mis colores,
de mis palabras desnudas,
del morbo de saberme,
de la ansiedad de inventarme.
A veces se me ocurre trepar una telaraña,
colgarme de una nube a soñar despierto,
sonrojar el alba con algún verso
y menguar detalles para salvar a algún demente del corazón.
Yo quiero colocar el árbol de mi cuerpo frente a tu casa,
dejar caer por las noches una manzana o un durazno,
o un poema
para que comas dulcemente de mí.
Así como se construye un paso,
quiero crear estrellas o la ternura que siempre se extraña.
Ahora que soy celeste
hago del sonido del humo de cigarro un dulce tono
que sirve para hidratar el cielo de motivos,
para luego sonreír en la llovizna
junto a esta Luna creciente.
© Ulises Casal
me disperso en la llama de mi arena sin salpicar a nadie.
Ya los tuertos se me avientan para mostrarme el filo de su ojo
como municiones de lánguidos y soberbios pensamientos.
Yo no me construyo a solas.
A veces la neblina sorbe mi ánima,
tapiza el cielo con mi vaho y deforma el pensamiento,
y la alfombra me recuerda deliciosos trazos asimétricos.
Así me destrozo la ceja izquierda tratando de robar una mirada
y el silencio se suaviza para dejarme escapar.
Me están respirando todos,
se envenenan de mis pupilas y la furia de mis colores,
de mis palabras desnudas,
del morbo de saberme,
de la ansiedad de inventarme.
A veces se me ocurre trepar una telaraña,
colgarme de una nube a soñar despierto,
sonrojar el alba con algún verso
y menguar detalles para salvar a algún demente del corazón.
Yo quiero colocar el árbol de mi cuerpo frente a tu casa,
dejar caer por las noches una manzana o un durazno,
o un poema
para que comas dulcemente de mí.
Así como se construye un paso,
quiero crear estrellas o la ternura que siempre se extraña.
Ahora que soy celeste
hago del sonido del humo de cigarro un dulce tono
que sirve para hidratar el cielo de motivos,
para luego sonreír en la llovizna
junto a esta Luna creciente.
© Ulises Casal
jueves, 29 de marzo de 2012
Acto de inconsciencia
Tengo un precipicio angustioso
enterrado en las lagunas del aire,
como demoliendo las pesadas horas
que no dejan de estar de paso;
mi espalda me retrae,
me absorbe hacia mí mismo,
y hoy que estoy sin ánimos de crear momentos
o destruir medias palabras,
con la frente que carga causas innobles,
con dobleces de nervios
que no se esparcen ni siendo
arena o mar,
siento deformarse el viento
en pedacitos de tersas y temblorosas marcas
y una manada de escalofríos
me recorre las vertebras
y la consciencia.
Mañana quiero encontrarme
un niño dibujando mi vida.
Ahora quiero existirme
en un lugar entre el espacio
que se deja justo antes
de una caricia,
en un hueco
donde haya un pequeño espacio
para las intenciones y los actos.
¿Y si un día me callo?
No se callará nadie,
si dejo de moverme
la vida dentro de mí
censurará las palabras
de los versos que me sostienen
y alguna voz divina
me animara a dar un paso.
En un momento me callo
escupo un cometa
y hago un castillo,
con la arena de la Luna,
en donde puedo ver
una embestida de alfileres
o delfines rojizos
pasando por encima
en este mar que está en el cielo,
en medio de un crepúsculo
que no termina.
© Ulises Casal
enterrado en las lagunas del aire,
como demoliendo las pesadas horas
que no dejan de estar de paso;
mi espalda me retrae,
me absorbe hacia mí mismo,
y hoy que estoy sin ánimos de crear momentos
o destruir medias palabras,
con la frente que carga causas innobles,
con dobleces de nervios
que no se esparcen ni siendo
arena o mar,
siento deformarse el viento
en pedacitos de tersas y temblorosas marcas
y una manada de escalofríos
me recorre las vertebras
y la consciencia.
Mañana quiero encontrarme
un niño dibujando mi vida.
Ahora quiero existirme
en un lugar entre el espacio
que se deja justo antes
de una caricia,
en un hueco
donde haya un pequeño espacio
para las intenciones y los actos.
¿Y si un día me callo?
No se callará nadie,
si dejo de moverme
la vida dentro de mí
censurará las palabras
de los versos que me sostienen
y alguna voz divina
me animara a dar un paso.
En un momento me callo
escupo un cometa
y hago un castillo,
con la arena de la Luna,
en donde puedo ver
una embestida de alfileres
o delfines rojizos
pasando por encima
en este mar que está en el cielo,
en medio de un crepúsculo
que no termina.
© Ulises Casal
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