Luna morbida

Luna morbida

sábado, 26 de mayo de 2012

La pausa

Permite que hoy hablemos 
de esa cosa que se mueve en las manos.
Ya sabes que la fuente de la vida
es una simple eyaculación, no pierdas tu tiempo.
Si supieras que vivo enamorado 
hasta de tu sombra, te cortarías las manos.
El tiempo no se pierde, nos encuentra.
Calla, un manco toca la puerta al corazón,
jamás nadie abre no hay nadie dentro.
¿Recuerdas ayer?
Por supuesto, ya sabía caminar y escupía la comida,
me di cuenta que la soledad le basta a los imbéciles
y la que la gente se rodea de telarañas 
para colgarse a morir en lo alto.
(El cuerpo tiembla apara sus adentros,
hay un escorpión en su memoria
y una bala es lanzada al aire a morir perdida)
No te pongas romántico,
que si yo tuviera tu edad ya me habría suicidado
por vivir más de lo debido.
El dramático de siempre,
nunca cambias, así no te suicidarás jamás.
Ignorales, que se traguen a parábolas
hablemos de tus manos
y el sentido de tu vida
si tocan mi cuerpo.
¡Necesito café!
Y yo alas para llegar a la Luna.
(Una sombra lo abraza tan fuerte que lo deja inmóvil)
(Suenan las campanas, dios le dice a su amo que escupa al sol)
¡Detengan el reloj, no dejemos que amanezca!
A veces cuando respiro siento los colores,
cierro los ojos para ver el mar
pero solo hay oscuridad.
Ojalá me hubiera atrevido a verla a los ojos,
igual no cambia nada, pero hubiera valido la pena.
Y así como todos los recuerdos nos vamos, todos hacia el olvido.
(Abrió la palma de su mano, se movía pero lo metió a su jaula).

            © Ulises Casal




miércoles, 16 de mayo de 2012

La lectura

No hagan ruido,
van a despertar al adjetivo que tengo en el pubis de mi alma.

Ya sé que soy mortal,
disculpen ustedes mi defecto,
pero no puedo evitar sentir cierto placer
al hacerle el amor a mi libro
con mis ojos embarrando la mirada 
línea por línea.


No es el morbo de borracho taciturno
nada de eso,
es el encierro cautivo en la jaula del papel,
la fantasía ilusa que hace temblar mis entrañas
y el conmover artístico de las palabras.


No hagan ruido porque me esta seduciendo
lentamente con soplos invisibles en mi nuca,
el pudor se tira a la basura 
y son mis manos la que acarician 
el nombre en su lomo de excitante fiera,
yo te leo bajo el papel que te arropa,
tu me conquistas con historias tatuadas en tu piel,
levántame y hazme tuyo
hazme el amor con tu historia
con la memoria pasmada entre tus páginas 
desnudas como el viento.


Son caricias transparentes
los verbos que se conjugan en tu boca,
acciones contestatarias de tus movimientos,
y yo que solo te provoco con la mirada
me sometes indefenso a cada párrafo 
de tierno salvajismo
que brota de tus partes.


Cada palabra quisiera despedazarte las hojas
con mis labios.


Pronúnciame un gemido,
enloquéceme con tu tibio respiro 
desde las pestañas hasta el cuello,
silencio, no hagan ruido,
no me puedo contener a esta locura,
¡callen! 
sus páginas se están abriendo,
sus letras me están leyendo,
su cuerpo me está tomando
sus ojos se están cerrando
ella me quiere dentro
y yo continuar...
quiero continuar leyendo.

      © Ulises Casal







martes, 15 de mayo de 2012

Tu silencio

Tu silencio está a mí lado
junto con el silencio de todo lo demás
con el de todos los dioses o el rechinido,
junto a mí y el ruido de los pasos
de una sobra que se llama noche.

Tu silencio es la embriagues dominante
que agobia todos los temas de conversación,
la pauta que provoca la caída de líquido del lagrimal
con sollozos apretujados que parecen escandalosos.

Tu silencio es desierto y voluble
de muerte súbita y recuerdos llenos de tu aroma,
de diminutos instantes de zozobra agotada
o pasión encarnada en la luz de tus pupilas.
De la pared salen fantasmas con marca pasos.
Afuera se congelo el tiempo 
y se alzó un corazón sangrando como bandera.
Es el grito de repudio a la angustia de sentirnos vivos
mojando el viento con sueños húmedos,
haciendo el aseo en el pensamiento
colgando en el tendedero la furia de un mal día.

Tu silencio es una mueca a distancia,
el reclamó a la sucia mano tendida,
un perdón vacío que se contagia
como un maldito enfermo que solo respira.
El silencio es todo lo que dice la nada.
Y sin embargo, 
las palabras se revuelcan en las escaleras
hacia el sexto piso de de la demencia,
es el ignorar la luz lo que hace chocar al ciego.

Tu silencio habla por tu ropa,
por tus gestos por tu ausencia.
Es el juego de azar de la lengua amarrada al árbol.
Un hombro disfrazado de impaciencia
o la gotera de la casa de un pobre diablo.
Tu silencio es el desprecio que se escurre sobre mi espalda
del que brotan manos con las venas 
aferradas a sus raíces
las que me rasguñan con sigilo 
en cada pausa cuando me despido de mí
para pensar en ti.

Tu silencio es una trinchera contra la incredulidad,
Un termómetro sin mercurio. Vacío.
Es un mundo imaginario, paralelo a la conciencia,
al alcohol como alimento del alma
a los colmillos que sangran dentro de una bestia.

El silencio esta lleno de nada.
Ni de ruido ni de paz ni de silencio ni de ganas.
Tu silencio es la nube que empaña la Luna
el eco que no me deja descansar:
porque cuando el silencio vacío crece,
tú gritas lejos, dentro de mí
hasta que me dejas sordo.

       © Ulises Casal


lunes, 7 de mayo de 2012

¿Dónde estás?

Aún no te encuentro ¿dónde estás?
no te veo ni el las fotografías ni en mi piel,
no alcanzo a verte la aureola, 
no te encuentro ni sobre las nubes ni sola,
no estas ni en la sal, ni en el eco de algún suspiro,
ni bajo el secreto de los ojos, no estás.


Aquella persona que me sonreía, ya no la veo,
ni a la que me tatuaba de ternura la mirada,
aquella del sueño elegante de algún próspero recuerdo
clavada en la piedra de la realidad, no la siento.
Ya no aparece ni de día ni de noche,
ni de encuentro ni casualidad.
No aparece en el arco iris ni en la llovizna,
esta no es mi lagrima porque no cae.


Aprieta mi mano si tú me sientes,
hazme la caricia tierna que acostumbras,
dime que existes 
y que caminas por el mismo sendero
que me trajo a extrañarte.


Susúrrame un poema con el pensamiento,
hazme saber que el fuego sigue siendo inmaterial,
o  que las palabras han madurado
y se pueden comer dulces.


Cuando me encuentres, 
clávame un alfiler y dime que sangro.
¿Dónde estás?
Ya no te puedo oler ni hablar ni sentir.
Dime donde estás porque no te veo,
donde puedo saber de ti y tus pasos
cuando estoy bajo la tierra y pálido.

    © Ulises Casal



Antemural

Casi escapas de mi boca,
robándome cachitos de piel;
palabras mojadas que se llaman besos.


No hay ni mesura en este juego
en el que tratamos de huir de todos,
desabrochar un labio con silencio de cicatriz;
de callarnos los miedos
en el preciso momento en que
mi lengua atraviesa
el espacio vacío dentro de tu boca...


... el ingenio se paraliza al examinar lentamente,
con ávida lentitud,
las piedras diamantinas
que usan tus labios de trinchera,
perlas de deliciosa fiebre que se acomodan
con la altivez estratégica de atacar
con mordidas de sensual salvajismo.


¡Qué sonrojo inmaculado el momento de dejar
de usar tu boca solo para pronunciar palabras!
Es tu voz la que calla para hablarnos
en un lenguaje que solo tu y yo conocemos.


¡Qué delicia beber tu licor afrodiciaco
en el tacto labial al borde de paro cardiaco!


Es un momento contra el tiempo,
contra la memoria de saberse en diciembre;
es una gota de tiempo
que alimenta la amnesia de saber mi nombre
que fomenta la pureza de saberme vivo
al limite de la locura,
que estremece mis entrañas
desde el aparatoso movimiento de su boca:
látigo de domadora que me escandaliza
no solo cuando me besa
sino también cuando me mira.

                 © Ulises Casal