oscuridad misericordiosa.
Con mi temple de láser,
me hago humo perenne,
que te dibuje cantos sobre el jardín,
y al coro nebuloso de tu sonrisa,
eterna como labios de estrella fugaz,
me apego a tu ley,
a tu rutina soñadora
que abraza despacio
para matar de un tajo.
Me pesa la mirada,
permite dejar un gramo de luz
en esta estrella,
una gotita de esperanza en esta otra,
un deseo inconsolable
que crezca fuerte
como un árbol de luciérnagas en tu regazo.
En tus manos encomiendo mi espíritu,
que mi lágrima sea la espada
clavada en el sol.
Mi reino de sangre
es la sed de los indomables,
báñate de mi vientre
con la pasión de mi primer sueño,
sonríe, que debajo de mi piel
todo es negro, como tu esencia
de mujer amada.
© Ulises Casal
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