Se abre el telón
y todo lo furtivo se encandila en la ciencia rosada,
mi alma corre a buscar tu paradero,
tu presencia imperante y tus ojos color galaxia.
Es tu sonrisa la que me transforma
en un globo aerodinámico,
y tus matices,
esos detallados movimientos de tango
han tomado por asalto tu cuerpo
que se avivan a mi mirar.
No quiero perder tiempo sin ti.
Trágame con un beso esquizofrénico,
y hazme tuyo de un vistazo,
necesito verte volar,
tomarte el rostro con la avidez
con la que se puede sostener la electricidad,
déjame sentir con mis mejillas
esas manchas fresa de las tuyas,
atragantarme de tus labios
dejarlos ser serpientes,
dejarlos inyectarnos el veneno más dulce,
el veneno de la vida.
Permíteme tocar tu cuello,
solo un momento tocarlo,
dejar llover mis dedos sobre él.
Que mi tarantula palma presione
con la ternura de mis ojos conmovidos
tus hombros de duna movida por la Luna.
Son tu manos es oasis de este peregrino.
Y luego dejarlas evaporar lentamente,
que el respiro de mi tacto suba
por tu poderosa tez.
Déjame enjaularme en tus entrañas,
que sean tus suaves pechos
las islas en que quiera naufragar.
Y ser después el ciempiés que escale tu vertebra
y deje caer mi dedo indice como gota de miel,
y que me permitas rodearte como anillo Saturno,
y hacerme sentir que tu ombligo
el centro de los cielos.
Tan pura y cristalina
beberte con las yemas tus oceánicas caderas,
para debatirme en la premura de la utopía
de tu pubis escapulario,
detenerme a saber que existo,
desprenderme de mi mismo
hacerme lazo ya amarrarme
fuertemente un brazo en tu pierna,
diluirme en tus rodillas
y acompañar tus muslos con mis brazos.
En el suelo estoy,
preparando la embestida.
te reemplazo los tobillos por espejos
y te dejo ir al infinito
con tus alas de horizonte.
Te dejo volar hasta tus sin límites
y yo te sigo,
me dejo llevar por tu magnetismo,
por tu milagroso existir,
juntos, pegaditos, hasta el alem.
Se cierra el telón,
buenas noches,
mañana hay otra función.
© Ulises Casal
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