Una mujer habla dentro de mí
su voz me recorre de oído a oído
como un péndulo .
Sabe a tu nombre su sonrisa.
Cuando no estas, aparece,
a veces detrás de mí, como una sombra
pero no es sombra,
a veces aquí en la parte de mi pecho
que ya conoces tibia,
y es un eco la leve duda
que se viste de gala y de ti
y me dibuja tu rostro en la cabeza,
como una fecha de caducidad
hasta que llegas
nuevamente, altiva,
con tu manada de belleza
que deja pedacitos de dulzura a la nada
como luciérnagas fantasmas de tus dientes.
En camino a algún lugar,
la mujer se me aparece
con una sonrisa acurrucada en la boca,
de pie con un vestido negro irresistible,
de mágica sombra que me seduce
apenas levanto la mirada
viéndola venir por el pasillo,
o los pasillos, o las camas, o los tocadores,
o los espejos de los tocadores,
o las camas, o los silencios,
o por el piso, ya sin vestido.
Luego cuando de paso estoy por la Luna,
a cada paso vibra un trozo de tu vocesita
turbia como anzuelo, como frenesí que me disuelve,
que me ciela, como te cielo;
cuando paso por la Luna
cada paso te deja una huella en el rostro
y me gusta visitar tus lunares,
sentarme en el pómulo derecho a ver tus pestañas
y esa galaxia que tienes en la pupila
y esa pupila que tienes en la voz
de esa mujer que se me aparece cuando tu no estas.
Incluso, cuando leo el periódico,
leo los artículos y las notas y los foto reportajes,
con esa voz que tapizada de tu color,
y pasó del día de la Luna
a los deportes, y a la información del sector salud,
y la cultura
y la leo con tu voz
o con tu sonrisa
o la de la loca mujer que no escapa de mí.
Vaya mujer estampa,
mujer maga que hace aparecer fotografías
en la mirada como un álbum de nuestra historia,
y me hace ver el resto del mundo más hermoso
cuando tu no estas,
que cabe en un parpadeo
que se respira
que se absorbe
que se sonríe para sí misma por medio de mí
y me llena de calidez en el centro de mi universo pecho;
vaya mujer transgresora, que secuestra tu imagen
y me hace extrañarte con la lucidez exquisita
cuando tu no estas,
vaya mujer
con olor tan tuyo, (inodora)
con sabor a ti, (insípida)
con tu imagen, (incolora, invisible).
Vaya mujer
tan tú ausente, tan reluciente,
tan tú,
que cuando sí estas
se vuelve tu carne
y se teje con los hilos de tu piel
una apariencia como la tuya
que jamás podrá compararse
con tu presencia.
© Ulises Casal